La carga rápida es uno de esos avances que llegan casi por sorpresa en la dirección contraria de la solución a un problema como el de la autonomía de los terminales móviles, que en un primer momento quería situarse en el terreno del aumento de la capacidad de las baterías. Esa aproximación se mostró muy complicada de llevar a la práctica, así como la otra posibilidad, que era mejorar la eficiencia de la electrónica de los smartphones.
La carga rápida de las baterías se planteó como un atractivo adicional, aprovechando la posibilidad de llevar más amperios y más voltios a los conectores USB de tipo A primero y de tipo C después. A más voltios y/o amperios en los puertos USB, más vatios se pueden inyectar en las baterías por unidad de tiempo, o lo que es lo mismo, se consiguen más vatios-hora, que es una unidad de energía.
Qualcomm fue quien movió ficha en 2013, estandarizando esta tecnología de carga rápida bajo el nombre de Quick Charge 1.0. Inicialmente, permitía manejar 10 W frente a los 5 W de los puertos USB estándar.
A partir de Quick Charge 1.0, la carga rápida ha evolucionado a una velocidad cada vez más alta con la llegada de nuevos jugadores: los propios fabricantes de smartphones (y otros dispositivos tales como tabletas, ordenadores y wearables) han desarrollado sus propios sistemas de carga rápida donde se manejan decenas de vatios. realme, con su tecnología SuperDart de 65 W, es capaz de cargar un terminal como el nuevo realme GT Master Edition al 100 % en poco más de 30 minutos.

Un trabajo en equipo
La carga rápida no solo consiste en que el puerto USB de un ordenador o el puerto USB de un adaptador de corriente entregue más vatios. Tienen que entregarse con seguridad y control, por lo que el dispositivo que se está cargando también tiene que ser compatible con la tecnología de carga correspondiente.
En los puertos USB de ordenadores portátiles o de sobremesa encontramos compatibilidad con Power Delivery para carga rápida. No obstante, para los estándares propietarios, como SuperDart, dependemos del adaptador de corriente.

Los fabricantes implementan en sus dispositivos, en el propio adaptador e incluso en los cables, sensores de temperatura, voltaje y corriente, o nivel de carga. De este modo, el adaptador entrega en cada momento los vatios (voltios y amperios) óptimos para bombear energía a la batería con rapidez y seguridad.
Por su parte, la batería se configura en disposiciones complejas, como la Dual Cell (doble celda) de realme, en la que la energía se entrega a dos baterías en serie para aumentar la velocidad de carga aún más. A grandes rasgos, los vatios se reparten a la entrada del terminal a las dos baterías, que se cargan al mismo tiempo.
El cable también juega un papel importante. De hecho, es posible que ciertos cables USB-C no cuenten con las especificaciones necesarias para que el terminal se comunique con el adaptador de corriente, haciendo que la carga sea lenta, o al menos no tan rápida como la de los 65 W de SuperDart.
Por otro lado, la seguridad es fundamental y, en este sentido, realme incluye protección en cinco componentes diferentes.
Un caso práctico: cargando el realme GT Master Edition
El realme GT Master Edition está equipado con una batería de 4.300 mAh. Cuando ponemos a cargar el teléfono apagado usando el adaptador de corriente SuperDart de 65 W incluido con el terminal, capaz de ofrecer hasta 10 V y 6,5 A, nos enfrentamos a diferentes etapas de carga.
Primero, el terminal “habla” con el cargador y evalúa las condiciones de entorno (temperatura, capacidad restante de la batería, voltajes y corrientes, etcétera). Cargar una batería vacía totalmente implica pasar por un tiempo (breve, hasta que se alcanza entre un 1 % y 5 % de carga) en el que se consigue la energía necesaria para que se inicie la “inteligencia” de la carga rápida. Después, el terminal, si reconoce el cargador como compatible con su sistema de carga rápida, activa la secuencia de carga rápida propiamente dicha.
realme emplea algoritmos de carga inteligentes como VCVT para ajustar el voltaje y la corriente con precisión en cada momento. El VFC, por su parte, mejora la eficiencia de la carga en el tramo del 90 % al 100 %, que es el que más tiempo requiere tradicionalmente para completarse.
En esta etapa, entre el 4 -5 % y el 80 % de carga, aproximadamente, tenemos la mayor velocidad del proceso. Se suele lograr el 50 % de carga en menos de la mitad del tiempo de la carga completa, que en este caso es de unos 30 minutos. En el último 20 % de la capacidad total, el proceso se ralentiza: la inyección de energía, a medida que la capacidad se completa, tiene que ser más lenta para evitar sobrecalentamientos y perjudicar a la química de los elementos que conforman la batería.
Si el terminal está en funcionamiento, el tiempo de carga es más prolongado, dependiendo de la intensidad de la actividad que estemos realizando en el smartphone. Por ejemplo, jugando con el realme GT Master Edition, la carga en una hora es del 38 % de la capacidad total.
Una tecnología casi imprescindible
Una vez que nos acostumbramos a cargar el móvil en cuestión de minutos en vez de horas, como era el caso antes de la llegada de la carga rápida, prescindir de ella es una vuelta atrás evidente. Con la carga rápida, por ejemplo, la dependencia de los powerbanks se reduce drásticamente: si en 15 minutos podemos tener más del 50 % de la capacidad, un powerbank se hace casi innecesario en la mayoría de las ocasiones.
Una de las claves para entender el rápido crecimiento de realme en el segmento de la telefonía móvil está precisamente en su habilidad para detectar tecnologías de vanguardia que se traducen en un beneficio evidente y tangible para el usuario.
No en vano, realme fue el primer fabricante que introdujo un sistema de carta rápida de 65 W (SuperDart) en un terminal de menos de 300 euros. Incluso antes, en modelos como el realme 8 Pro, introdujo tecnologías de carga rápida SuperDart de 50 W también en la gama media de teléfonos.
La carga rápida inalámbrica también es posible
La carga rápida no solo es posible a través de cable. Inalámbricamente también se han hecho progresos para que un terminal se cargue con potencias que llegan a los 50 W. La carga rápida inalámbrica ha estado a cargo de tecnologías de inducción, como la que emplea el estándar Qi, el más usado en este ámbito.

Pero recientemente se ha empezado a trabajar en la carga inalámbrica magnética, que es la que ha elegido realme para desarrollar su tecnología MagDart de carga magnética de hasta 50 W, un hito tecnológico en el sector de teléfonos Android.
Concretamente, realme tiene dos soluciones basadas en MagDart: una de 50 W y otra con un menor tamaño de 15 W. Asimismo, cuenta con carcasas para smartphones como el realme GT que permiten aprovechar este tipo de carga aunque no esté presente de forma nativa. Más adelante llegarán smartphones compatibles con MagDart de inicio.
Un futuro aún más prometedor
Si tecnologías como la SuperDart de 65 W permiten tiempos de carga ultrarreducidos, en el futuro, se popularizarán tecnologías como la UltraDart (por cable) de nada menos que 125 W, en la que el tiempo de carga completa puede llegar a ser de solo un cuarto de hora y el de 50 % de apenas unos pocos minutos.

La buena noticia es que realme no solo reserva estas tecnologías para terminales premium, sino que las lleva a las gamas media y de entrada tan pronto como es factible para que estén al alcance de audiencias muy amplias. El ejemplo más reciente es el nuevo realme GT Master Edition.
De este modo, la autonomía dejará de ser un problema en la práctica mayoría de los escenarios de uso habituales de los teléfonos móviles. A poco que tengamos unos minutos, podremos “llenar el depósito” sin que la sensación de espera se convierta en un incordio. Tan solo necesitaremos llevar el cargador y el cable con nosotros, y ambos ocupan menos espacio que un powerbank.